Personas que burlaron la cuarentena en hotel eran familiares de Alfredo Adum

El primer episodio de la historia de las familias que se fugaron del hotel cinco estrellas en Samborondón parece haber terminado. Y parece haber terminado como terminan ciertas historias de la antigüedad, es decir cuando el jefe del clan familiar o el señor feudal anuncia públicamente el destino que ha escogido para su descendencia,

He ordenado a mis hijos, nueras y nietas que regresen al hotel a continuar la cuarentena hasta el 15 de mayo: esto anunció en su cuenta de Twitter Alfredo Adum Ziadé, el jefe del clan protagonista de la historia de marras.

El ex ministro de Energía de Abdalá Bucaram y miembro de excepción de su grupo de amigos más cercanos, ha puesto punto final así la agitación que despertaba, sobre todo en redes sociales, el enigma sobre el paradero y el origen dinástico de un grupo de personas que violaron olímpicamente las normas según las cuales todos los ecuatorianos que regresan al país en vuelos humanitarios deben cumplir: 14 días en aislamiento absoluto, al final de los cuales deben hacerse una prueba para saber si están o no contagiados con coronavirus.

El mensaje de Adum se produjo, además, casi al mismo tiempo de que la ministra de Gobierno, María Paula Romo anunciaba, asimismo en Twitter, que las familias ya estaban en el hotel completando el aislamiento que intentaron burlar. Romo, además dijo a este medio, que tendrán que afrontar un juicio por haber violado el compromiso que cada uno de ellos firmó para poder regresar al país.

Adum dice en su mensaje dos cosas que, ciertas o no, abren las puertas para que los guionistas de la historia piensen en el segundo episodio de la serie: no usará sus conexiones para evitar las consecuencias penales de la infracción, que conlleva al menos dos años de prisión y que en el hotel en el que se alojaron les ofrecieron hacer un examen de Covid para que puedan irse tranquilamente a su casa si el resultado era negativo. «Resulta que ese no era el procedimiento legal», remata Adum su mensaje escrito en dos tuits.

Esos tuits aclaran ciertas cosas de la historia pero dejan muchas dudas que los jueces tendrán que dilucidar. Por ejemplo, el destino de sus hijos, nueras y nietas así como la envergadura de la infracción que cometieron pero, al mismo tiempo, afirma otras que parecen ser una coartada para sacar bien librada a su prole. Por ejemplo, que la violación de la norma fue únicamente producto de la ignorancia y que no hubo ningún plan preconcibido para salir ilegalmente del hotel.

En realidad, cuando acabe el encierro e inicie el proceso judicial, los jueces deberán tomar en cuenta una serie de datos que hay sobre la historia de la fuga del hotel y que hacen de este episodio una pequeña parodia de serie de Netflix o HBO. Está por ejemplo, el testimonio bastante comprometedor de una mujer que venía en el vuelo con la familia de Adum y que afirmó en redes sociales que escuchó decir a a los miembros del clan familiar que tenían todo arreglado para evitar el aislamiento forzoso en un hotel y que, al bajarse del avión, estaría ahí el flamante presidente del IESS, Jorge Wated, para ayudarlos en el operativo. Está, para agravar la declaración de la joven, el video que circula en redes en el que se ve a Wated esperar a pasajeros dentro de la sala donde se recoge el equipaje (espacio al que no tienen acceso los comunes de los mortales). Además, la confesión de Wated que reconoce haber estado en ese sitio pero para recibir a unos sobrinos suyos que, según él, fueron a encerrarse en un hotel de Guayaquil.

Los jueces deberán examinar otros datos que hay sobre la historia para juzgar el caso. Por ejemplo, el parte policial donde se dice que los huéspedes llegaron el 4 de abril y salieron al día siguiente a las 16:30, luego de que una pediatra, que luego fue detenida, que firmó unos documentos en los que certifica haber hecho la prueba del covid-19 y cuyo resultado fue negativo. Además, que los policías fueron al hotel porque supieron de la salida de los huéspedes y que allí el gerente les informó que ésta se produjo en presencia de un policía uniformado que estaba haciendo la custodia y únicamente luego de que la pediatra firmó un documento en el que dice haber hecho la prueba del covid-19. El parte también indica que los policías fueron hasta dos urbanizaciones exclusivas en Samborondón, donde se supone viven los escapados, y que allí no pudieron encontrarlos.

Los jueces también deberán analizar y verificar la afirmación de la Fiscalía que sostiene que el el hotel El Parque adulteró los registros de hospedaje de las personas, así como la versión del gerente que está detenido según la cual le entregaron a la pediatra unos formularios vacíos que ella llenó antes de que salgan del hotel en presencia de un policía.

La historia de las familias que decidieron burlar el aislamiento es, en todo caso, mucho más que una parodia de una serie de televisión. Representa, a la perfección y en toda su magnitud, las dinámicas de poder cuasi feudales que funcionan aún en determinados lugares y sectores del Ecuador. Es el gesto de una familia que, como muchos otros actores sociales del país, no están dispuestos a cumplir con las reglas ni las leyes que son para todos si éstas perjudica los privilegios de su clan. Es la ejemplificación más cruda de quienes, por tener recursos y conexiones con el poder político y económico, pueden darse el lujo de ser lo suficientemente insolentes con el resto de la sociedad para quebrar las normas generales de forma desvergonzada.

El escape del hotel únicamente fue posible porque quienes lo cometieron tenían la certeza de ser impunes gracias a sus conexiones sociales y políticas. No es, como se ha dicho en redes, el caso de una familia agobiada por la estrechez económica que decidió salir del hotel porque no tenían con qué pagar la cuenta. ¿Por qué escogieron ir a uno de los hoteles más caro del país si hay otros mucho más económicos en la lista que se les da a los pasajeros para que escojan? ¿Qué hacía Jorge Wated en una zona del aeropuerto al que solo tienen acceso los empleados aeroportuarios? El episodio se parece a una historia de poder dinástico de la antigüedad porque el Ecuador aún tiene, en muchos aspectos, círculos de poder que operan con lógicas medievales.

Cada ecuatoriano que decide venir al Ecuador en los vuelos humanitarios firma previamente un acta donde se compromete a cumplir el aislamiento voluntario y dice que se somete a las sanciones del Código Penal en caso de incumplirlas. Por eso, afirmar que no se conocen las condiciones, como lo sustovo Adum en el descargo que hizo de sus hijos, nueras y nietas, es una mentira.

La obligación de ir al encierro voluntario en un hotel puede ser absurda pero esa es a la que, bien o mal, se somete el resto de ecuatorianos, que muchas veces hacen esfuerzos extraordinarios para poder pagar los hoteles. ¿Por qué un grupo de personas que tienen conexiones sociales y políticas piensan que pueden colocarse, a diferencia del resto, por encima de la ley y la ética ciudadana? La historia de la familia escapándose del hotel representa el odioso y tercermundista «¿con quién crees que te has metido?» o al vivo del barrio que se salta la cola porque es amigo del portero.

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